jueves, 26 de agosto de 2010

DISCRIMINACION POSITIVA







PERIODICO ADARVE 15 ABRIL 2010



Soy feminista de corazón y de convicción. Considero que el feminismo nada tiene que ver con el machismo; es simplemente, una consecuencia de él. A lo largo de la historia, nuestras civilizaciones han tenido un marcado eje patriarcal que aún hoy, en nuestra sociedad del siglo XXI continúa…, nos queda por tanto, mucho que hacer todavía. Mis sentimientos como feminista, jamás me han hecho ir contra el hombre, porque entre otras cosas, a mi alrededor solo ha habido HOMBRES, de los que he aprendido, nobleza, gentileza, educación, respeto y amor. De las mujeres, fortaleza, fuerza mental, paciencia, responsabilidad, respeto y amor. El secreto está en la educación entre las personas, que somos todos (no hombres, no mujeres: PERSONAS) y asumiendo, claro está, nuestras diferencias fisicas y psíquicas, esas que nos enriquecen, complementan, y nos hacen compatibles. El respeto y el amor que yo he vivido, lo he visto por igual en ambos, hombres y mujeres y creo que ese es un pilar importante para mantener la armonía entre todos. Me río pues de las "Miembras" y de las “Jóvenas”(Colectivo que recientemente ha visitado Priego, y con el que comparto fondo pero no formas) y de todo aquello manipulado por la política y la prensa sin objetividad y cada vez me aburre más el discurso guerrero entre hombres y mujeres que, desde luego, no conduce a nada. Estoy en contra de cualquier tipo de discriminación, máxime cuando ésta se denomina "positiva ¿A qué estamos jugando? ¿Cómo una discriminación, puede ser positiva? Llámese más bien, discriminación pura y dura. Ya está bien de que lo políticamente correcto, sea potencial y socialmente incorrecto. La igualdad no está en comenzar un discurso con la frase: “Buenas tardes a todos y a todas…” ni en dar puntos a las mujeres por el mero hecho de serlo, ni en criticar nuestro idioma porque deriva del latín, (lengua muerta y machista según el Colectivo de Jóvenas Feministas). La igualdad está en las actuaciones reales del día a día. Por ello, las feministas, y todo aquél que crea en la igualdad de las personas, debemos luchar ahora por no ir hacia atrás y debemos corregir actitudes que vuelven a instalarse en la sociedad. Es nuestra obligación seguir educando en dicha igualdad y denunciar también por ejemplo, el comportamiento de muchas mujeres y hombres que se están denigrando públicamente, en programas de televisión de "máxima audiencia", con la consabida complicidad y manipulación de la caja registradora y de los mal llamados periodistas que lo único que parece ser les interesa, es que su gritona voz se oiga más alto que la de su compañero o el de enfrente, creyéndose además, dueños de la verdad absoluta. Eso si da verdadero asco, y aunque, afortunadamente, el Ministerio de Igualdad ha actuado (dando solo un “toque de atención”, eso sí) en relación al contenido de programas como “I love Escassi,” y “Hombres y Mujeres y Viceversa” (Tele5), lo ha hecho a través del Instituto de la Mujer y presionados por asociaciones como Concapa (Confederación Católica de Padres de Alumnos) y la Asociación Plaza del Castillo de Usuarios de Medios de Comunicación, Telespectadores y Radioyentes. Me resulta cuanto menos muy curioso, que sea la Asoc. de Padres Católicos…¿?..., la que haya dado la voz de alarma, y no haber visto ni oído aún, a ningún grupo "Hembrista", Lobby Feminista o Colectivo de Jóvenas, denunciar el trato vejatorio que se les da a algunos personajes, en programas que copan una parte importante de programación en las diferentes cadenas de televisión; muchos de ellos además, en horario infantil. O en determinadas series de dibujos animados importadas o no, cuyo mensaje sexista es escandaloso y violento y que incita además a la mala educación y a la falta de respeto hacia el otro. De acuerdo que son cadenas privadas, y que la televisión no educa, pero bien es verdad que influye en los comportamientos, e incluso puede llegar a confundir al más alto nivel, y a hacer más complicado el camino. A través de todo esto y sin apenas darnos cuenta, nuestros hijos están siendo influenciados y manipulados mediante la normalización de actitudes contrarias a la ética moral que todos debemos practicar al vivir en sociedad. Ser cotilla, presumido, o maleducado no está bien, y favorecer a alguien por su sexo tampoco, pero sin embargo todo ello es consumido a diario y por conductos variados, y así, sin filtros, les llega a los más peques de la casa. Luego a los once, doce o trece años nos preguntamos qué le ha pasado a nuestro hijo/a, pero ya es demasiado tarde. Tal vez la contaminación política vuelve a estar presente en estos temas, y denunciar el contenido de un programa podría recordar a la censura de otros tiempos, y sin embargo hablar en femenino puede que sea de “progres” y signifique que estamos avanzando en algo…¿?... Para mí, todo esto tiene un nombre y llama a la reflexión, así que pensemos, y actuemos. Como bien dice el slogan, “Educar es tarea de todos”.

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